AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 22 - ABRIL 2011

La Presencia

Francisco Gómez

Siempre estaba allí. La rosa con sus pétalos encendidos como ofrenda de fuego al amor imperecedero. Un amor sin fecha de caducidad, un amor que surcaba las fronteras de la muerte para quedarse presente en los almacenes de la memoria.  ¿Quién sería aquel que siempre se acordaba de ella? Un desconocido/a compartía un secreto conmigo. Pero era más rápido o quizás sus recuerdos más ardientes que los míos. Cuando yo llegaba junto a la lápida donde ella ya vivía el sueños de la eternidad, otro ser anónimo había llegado antes y depositado su homenaje de amor con la presencia de la rosa.  Así una semana y otra. Un mes y otro. Un año y el siguiente. Si llevaba a las tarrinas de la tumba un ramo de claveles, ya estaba allí la rosa viva con sus pétalos desplegados al sol con sus perlas en el horizonte de la mañana. Traté y traté de saber quién sería mi misterioso amigo amante pero nunca coincidí con él/ella junto al nicho. Pasaban los calendarios y la rosa seguía fiel a su cita. Mi estimado desconocido/a cumplía su ritual de amor con perfección matemática. Imaginé por las rutas del recuerdo quién podría ser, quién sabía igual que yo que el tiempo es un concepto relativo y en la edad de la memoria cualquier hecho sucedido hace 20 ó 30 años, podía tener tal fuerza de presencia como los hechos de hoy mismo. ¿Sería un familiar, un amigo, un antiguo amante, alquien que recibió un favor imborrable de la persona que está al otro lado?  Busqué y busqué en los laberintos de la memoria pero el enigma crecía en mis agitadas circunvoluciones cerebrales. Me quedé por siempre a las puertas de esa alma limpia, hermosa. Fuera de los pasillos sedientos de luz de su casa. Solo con la presencia de la deslumbrante rosa roja.                

Rosa

 

 

 

@ Agitadoras.com 2011